6.12.2014

Ver sin vivir






Erase una vez una pequeña niña que no tenía cabeza, sin embargo siempre se arreglaba muy bonito, se peinaba muy bonito, cepillaba cada uno de sus rizos.

Lo que más le preocupaba eran sus ojos, los sentía muy tristes, siempre húmedos. Las lágrimas quemaban sus mejillas y cuando una lágrima caía sobre su vestido, dejaba una manchita roja, era sangre.

Un día mientras ayudaba a su abuelita le pregunto: ¿oye abuelita por qué mis ojos lloran sin cesar? Entre suspiros la abuela le contesto:

¡Hay hija! ¿Sabes en dónde esta tu cabecita? Está en ese mundo triste y lleno de horror. Frente a su mirada pasan los más horribles crímenes e injusticias y es por eso que tu corazón sufre y tus ojitos lloran con lo que ven día tras día, el mundo de los hombres, la realidad.

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