6.07.2012

Amor, gracias por arrancarme tanto de la aburrida normalidad

Amor, gracias por arrancarme tanto de la aburrida normalidad.
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Nah, no tengo dinero, ni tiempo y mucho menos ganas de andar de tienda en tienda, restregando mi cuerpo contra otros cuerpos "compro-cualquier-madre". Mejor hago memoria y hablo de tu amor, del mío, del de ellos. De eso que nadie quiere ver; de eso que nadie quiere hablar y mucho menos sentir.

Y no hay mejor forma para hablar de algo tan satisfactorio, que usar el término "gratitud".

Quiero agradecer profundamente a mi amor: tanto dolor, tanto desaire, tanta pena, pero sobre todo, tanta soledad. Tanto de todo.

Dolor que no causa la muerte, pero es incómodo, estorba, fastidia. Interrumpe las ideas más claras y precisas. Siempre llega en el momento menos indicado, y así como el muerto, a los tres días apesta, se pudre. Dicen, que "el dolor es el camino", y estoy de acuerdo. Las mejores decisiones siempre se han tomado con la vista nublada y con la garganta reseca. Cuando los pensamientos se embarran con los juicios de ayer y los prejuicios de mañana. Cuando hoy no existe. Cuando no hay tiempo.

También amor mío, te quiero agradecer que hayas destruido a mis seis amores ideales. ¿Qué sería de mi sin ellos? No hubiera tenido la oportunidad de probar que tan estúpido puedo llegar a ser. Soy feliz por haber acariciado al error perfecto. Casi como magia, o como ciencia precisa; convertí lo más bello en nada. ¡Alquimia!

De la misma forma te agradezco todos y cada uno de tus desaires, amor mío. Me comparaste. Y medir mi alma te fue sencillo, porque era simple y se parecía mucho a nada. Y gracias a tus desaires, amor, construí una alma con ancho y alto; con peso y espacio. Tan grande y fuerte como tu odio, es decir, tan delicada e indestructible.

Y al final como siempre, la soledad. Gracias infinitas por encerrarme en mi cabeza, amor. Gracias por hacerme a un lado, o mejor dicho: gracias por mostrarme el lado de solos. Hice grandes amigos ¿sabes? Son fantásticos; centrados, humildes, elocuentes y sinceros. Una vez que tuve la confianza suficiente, entre risa y risa, comencé a llamarlos por su nombre: Locura, Remordimiento, Ansia y Desesperación, la más linda y divertida. Y ahora estoy solo, pero con ellos, mis amigos inseparables.

Tantas cosas por agradecerte, amor mío, que la muerte no me alcanza.

Gracias por mostrarme el verdadero Amor.

1 comentario:

  1. Uff, este texto sí que me gustó. Golpea, acaricia y escupe lo que resta del maltrecho espíritu humano. Duele, pero no se puede dejar de leer. El punto final es una mera convención. Gracias.

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