1.21.2016

Prefiero que sea el Fin de la historia y no el fin del espíritu

Una de tantas teorías conspiratorias señala que absolutamente todo está concebido por un “Macro Estado”, ya que actualmente no existe cosa alguna que escape a su sistema económico-tributario. Desde los colectivos más underground y asistemáticos, hasta las comunidades que han fracturado de tajo cualquier lazo que las conciba como parte de la globalidad: todos y todo formamos parte de inmensas, pero no infinitas bases de datos donde se nos categoriza por nacionalidad, género, edad, inclinación política, etcétera. Probablemente esto fue lo que quiso exponer Fukuyama al declarar su intempestivo término “El fin de la historia”, ante el surgimiento del neoliberalismo y su “poder sanador” de la Guerra fría. 

Sin embargo, espero que los sueños ni el ímpetu masivo sean factores que coticen el las bolsas mundiales (como ya sucede con la inteligencia, la rebelión y el arte), ya que confío seriamente en que la frustración poco a poco se convierta en desesperación para luego ceder su paso al odio, y que éste finalmente termine con todo lo perverso. Y entiendo perfecto que los procesos sociales son lentos y generacionales, pero también creo que deberíamos de entender que no tenemos tanto tiempo. Además, el Fin de la historia no sucederá mientras alguien siga durmiendo, mientras alguien siga soñando.

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